2 La vida cotidiana es un desafío a nuestras relaciones

Ejemplo 1:
Angélica y Ernesto se casaron hace 10 años. Tienen dos hijos. Maximilian de 7 años y Mauricio de 6. Angélica trabaja como jefe de redacción de un periódico y con su sueldo mantiene la familia y Ernesto está en la casa y se ocupa de los quehaceres diarios. El estudió politología pero un buen día se convenció de que en ese ramo no podía trabajar: demasiada tensión nerviosa, surgen demasiados  conflictos y  hay muy poca voluntad de resolverlos. El cuerpo de él reacciona instantáneamente con trastorno y dolor fuerte de cabeza.  Por esa razón resolvieron repartirse el trabajo de esa manera, aunque en su esfera social esa solución es poco común.  Con el tiempo Ernesto se adaptó a esa  clase de trabajo cada vez mejor y ahora que los niños están más grandes encuentra  más tiempo para su “pasión secreta”, como la describe picando el ojo: la fotografía. El único problema es que es bastante costoso.  Por  esa razón desde hace tiempo consiguió una fuente de ingreso que le dá algún dinero.  Escribe muy bien y actúa como escritor detrás de autobiografías de personas que han tenido en la vida destinos especiales. En ese campo se está volviendo conocido. Con el dinero que de ahí recibe ha ido completando su equipo fotográfico y se siente ahora satisfecho. Se podría decir que tiene un equipo profesional.
Esta vez quiere él conseguir un objetivo con foco bastante amplio de 1.2, el cual es naturalmente costoso. Cuesta casi 2.000 Euros, según le informó el proveedor en una de sus frecuentes conversaciones.
Ernesto no le ha contado nada de eso a su Angélica porque quiere darle una sorpresa. Cuando ella ve el objetivo nuevo después de un par de semanas y se entera del precio, no se puede contener. “Dime, estás loco? Tú sabes que tenemos que cambiar los muebles de la sala y que en este mes tenemos que llevar el auto a reparación.  La reparación  va a ser cara y tú sueltas tanto dinero en tu torpe fotografía. Usa tu sentido común!”
Ernesto se siente furioso. Se siente criticado injustamente. El se ha ganado ese dinero! “Por qué me gritas! Yo trabajo cuanto puedo. Me ocupo de la casa y los niños, además de mi trabajo. Déjame mis pequeños gustos. Pagué eso con mi trabajo, no con el tuyo!”
La pelea dejó a los dos ofendidos y heridos. Angélica siente que no se la comprende y Ernesto siente que se lo critica injustamente.

Ejemplo 2:
Elisa y Enrique
Enrique respira profundamente antes de salir del automóvil y cerrarlo con llave. Por lo menos encontró un puesto para parquear ante la casa – qué día! Carga un rollo de papel bajo el brazo izquierdo para poder abrir la puerta. Siente que tiene que conseguirse otro trabajo. El que tiene cada día se va volviendo peor. En su grupo – el siente que se va poniendo cada vez más indignado: su grupo es para reír! Son tres colegas que  oficialmente  están todos  al mismo nivel, pero en realidad los que llama colegas  desde  el principio se solidarizaron contra él. Le asignan a él el trabajo que a ellos no les gusta y se sonríen cuando el jefe alaba su trabajo colectivo! Y él no logra defenderse de los otros dos. Ni con amabilidad ni colaborando con ellos constructivamente. Ni siquiera la consulta moderada que hace dos semanas, completamente enervado logró hacer, ha podido cambiar algo. Y hoy otra vez. Se siente agotado y totalmente enervado. Furioso dá vuelta a la llave. Con un suspiro pasa y cierra la puerta de la calle, deja el rollo de papel sobre la consola y cuelga lo demás en el ropero.
“Ola, tesoro!” suena desde la cocina. Elisa viene sonriendo. Ay, el pobre! Piensa ella llena de lástima cuando ve la expresión de la cara de Enrique. “No fué un día muy bueno hoy, no es cierto?” le pregunta y lo abraza corto. El hace un gesto. “Lo de siempre. Me lavo rápido las manos y entonces comemos.” Enrique va hacia el baño. “Tómate el tiempo que necesites, acabo de empezar a cocinar!” Enrique frena entonces. Con actitud irritada dice: “Yo creía que queríamos comer cuando yo llego a la casa. Te dije que hoy tengo que hacer ese estúpido estudio y para eso necesito por lo menos dos horas! Para eso telefoneamos!” “No creí que media hora más o menos fuera tan importante. Puedes empezar con el estudio antes de la comida.”
“Ah, sí, para que tenga que interrumpirme tan pronto haya comenzado! Fantástica idea! Gracias por tu ayuda!”
Ahora Elisa se siente ofendida. Ella sabe que Enrique tiene una situación difícil en el trabajo. Desde hace varios meses muchas de sus conversaciones tratan de cómo solucionar ese problema. Al final él se dió cuenta de que tenía que buscarse otro trabajo, porque  no había  otro  recurso.  Ella lo entiende y quiere a su esposo pero poco a poco la enerva el ver que el problema dura tanto en resolverse. Al final, la vida no es exclusivamente trabajo! La voz de ella suena alterada cuando contesta “puede ser que haya de mi parte también buenas razones para que las cosas anden como andan. Has pensado en eso? Por mucho amor que te tenga, deja tu frustración allá de donde proviene!” Con estas palabras tira el sartén sobre la estufa. El resto de la tarde pasa en silencio. Enrique está furioso porque hasta muy tarde en la noche tiene que ocuparse de esos papeles  y porque  Elisa  le dijo claramente que él no sigue la regla más elemental de comunicación que es decirle a quien corresponde lo que lo afecta. Que bien, eso es lo que le faltaba!
Elisa se siente resentida porque Enrique disimuladamente le dió a entender que su manera de respaldarlo no es óptima – y eso es el colmo si se considera cómo ha tratado de ayudarlo con la mejor voluntad, con toda su sensibilidad y en forma constructiva todos estos meses.
Enervados se van a la cama poco antes de la media noche.