2 La vida cotidiana es un desafío a nuestras relaciones

Ejemplo 1:
Elizabeth y Esteban
Cuando sonó el teléfono Elizabeth se dió cuenta por los ruidos que  se oían  que su esposo la estaba llamando desde el coche. “Apenas ahora estoy en camino para visitar una pacienta con dolor de oído.” “Está bien”, le contestó Elizabeth.
Esteban es otorrinolaringólogo. Su consultorio está al otro lado de la ciudad. “Más o menos cuándo vas a llegar a la casa?” “Aproximadamente en una media hora. Quiero pasar por la agencia de automóbiles.  Vamos esta noche al cine?”
Elizabeth no puede oír bien porque por teléfono hay interferencias. “Decidámoslo en la casa. Te oigo mal por el teléfono.” Se despiden y Elizabeth vuelve al sótano. Chequea sus preparativos para el curso que va a dirigir en el fin de semana. Varias coronas de ramas de sauce entrelazadas están en fila sobre la mesa. Le faltan dos y entonces está lista con eso. El título del seminario es “Lo que nos regala la naturaleza – Confección de coronas en verano” y ya se registraron ocho señoras. Elizabeth trabaja con gusto en esa clase de actividades.
Tres cuartos de hora más tarde escucha que la puerta de la calle se abre y el llavero de Esteban cae sobre la cómoda del comedor. “Yo estoy aquí!”, lo llama y limpia las ramas de la mesa. Se encuentran en la cocina, mientras Esteban toma un vaso de té con hielo. “Ahhhh, estoy cansado. Cómo quedamos, vamos al cine?” Como Elizabeth no contesta inmediatamente, él la mira y ella contesta “pues…” El la mira un poco irritado y dice “qué quieres, sí o no!”
Ella nerviosa mira al esposo: “Qué me quieres decir? Ya dije que sí!” “Pues sí, pero cómo! No pareces muy entusiasmada!” “Pues déjame respirar! Toda la tarde la pasé haciendo coronas!” Esteban encoge los hombros y agarra el periódico que estaba sobre la mesa. “No tenemos que ir por obligación. Esa fué sólamente una idea!” “No te pongas por eso de mal genio!” Elizabeth siente que ella también se va poniendo impaciente. “Si aquí alguien está de mal genio, eres tú” le contesta. Esteban  “Fuiste tú la que la semana pasada me culpaste de que en las últimas semanas no he sugerido nada para distraernos – y eso a pesar de que tú sabes que ahora tengo más trabajo porque tengo que reemplazar al Dr. Leonardo, que está en vacaciones. Y ahora doy una sugerencia, una sugerencia concreta, y tu “si” suena como si fuera para tí un sacrificio. Es que no sabes lo que quieres?” Elizabeth está indignada. “En toda forma sé lo que no quiero y es esa manera ignorante y jactanciosa con que me hablas. Sólo porque una vez no te ando abrazando porque resultaste con una sugerencia!”
Furiosa se vuelve y sale de la cocina.


Ejemplo 2:
Cristina y Jana:
Por la cara de Cristina pasa una sonrisa de satisfacción cuando en el momento en que busca un puesto para parquear el coche ante el colegio de Jana alquilen va sacando su coche. Eso es tener suerte! Entonces ve a la hija volteando la esquina con el maletín en el hombro y la bolsa para dormir bajo el brazo. Qué quiere hacer con ella? Entonces se acuerda que Jana la semana pasada le había prestado su bolsa de dormir a una compañera de colegio. Sin duda hoy se la devolvió. Jana entonces abre la puerta del coche y el maletín y la bolsa de dormir vuelan hasta los puestos de atrás. Con un suspiro agarra el cinturón de seguridad. “Ola, mi tesoro, como te va?”, le pregunta Cristina cariñosamente. “Ola, mamá. Todo bien.” Jana mira a la mamá antes de dejarse caer en  el asiento. “Vámonos ya!”  y  suena  nerviosa. Cristina encoge los hombros y pone en marcha el auto. A veces la hija reacciona como un puercoespín. Salen en silencio.
Un rato después, cuando tuvo que parar Cristina ante un semáforo, le dice: “Me quieres contar cómo te fué en el colegio?” El semáforo se pone verde y Jana contesta con un Siiii, que suena más como una pregunta que como un sí. “Pues no tienes que contar si no quieres. Es que me interesa.” “Pues ya dije que sí! Y al final, ya dije que todo estaba bien! Por qué sigues preguntando?” le grita de repente Jana a la madre y se agacha más en su asiento. Cristina reacciona asombrada. Siente que está a punto de estallar. Ella a la edad de Jana se hubiera sentido más que contenta si los padres de  ella   hubieran  mostrado  un poquito  de  interés en su vida. Lo único que les interesaba eran las calificaciones. Lo que tenía que ver con sus sentimientos y sus pensamientos, no les interesaba a ellos!